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Sector privado unido, debe enfrentar pandemia del COVID-19

Dr. Roberto Artavia, asesor de AMCHAM y ex Rector de INCAE, advierte sobre impactos económicos y sociales al país por efectos del coronavirus.

El  sector  privado  nicaragüense  debe trabajar  de  forma  unida  para  detener  la crisis sanitaria provocada por la pandemia del  coronavirus  (COVID-19),  sino  se  corre el  riesgo  que  se  profundice  la  crisis  social privado, a través de la unidad en acción

y, eventualmente, la ruptura del contrato social y de un nuevo conflicto social, advirtió el Dr. Roberto Artavia, ex Rector de la Escuela de Negocios INCAE y Presidente de VIVA Trust y de la Fundación Latinoamérica Posible.

En Nicaragua, a partir de la confirmación oficial del primer caso confirmado de coronavirus, el pasado 18 de marzo, no se han establecido medidas extraordinarias por parte del Poder Ejecutivo, a diferencia de sus países vecinos, donde tanto Costa Rica como Honduras decretaron el cierre de sus fronteras y hasta han establecido toque de queda para detener la propagación del COVID-19.

Artavia,  también  consultor   externo de la Cámara de Comercio Americana (AMCHAM), refirió que en Nicaragua prevalece un ambiente antagónico, a raíz de la crisis sociopolítica que estalló en abril del 2018. Sin embargo, señaló que “está por verse” si la crisis sanitaria provoca un cambio en eso. De no ser así, exhortó al sector de todas sus organizaciones y cámaras, a trabajar de forma paralela contra la pandemia, en caso que el gobierno decida no colaborar.

“Es indispensable que el sector privado en las próximas semanas se convierta en una parte esencial de la solución”, señaló. Sin embargo, pasada la crisis sanitaria, valoró que al sector privado le corresponderá retomar el camino del crecimiento y del bienestar social, sin abandonar las banderas y la lucha por la libertad y la democracia de Nicaragua, a través de un proceso electoral libre, transparente y justo.

“Pasada esta crisis, es indispensable que el  sector  privado  nicaragüense  empiece a  pensar  en  su  futuro  productivo,  en  la generación de empleos, en el crecimiento del   comercio   y   la   inversión,   no   como contribución  al  gobierno,  ni  una  traición  a la  memoria  de  los  muertos,  sino  como  un imperativo para el bienestar de la sociedad nicaragüense   en   su   conjunto”,  apuntó Artavia.

Consecuencias latentes

Llamó al Consejo Superior de la Empresa Privada (COSEP), a AMCHAM, a las Cámaras de Comercioy de Industria, respectivamente, a incidir sobre el gobierno para que inicie la activación de los protocolos establecidos por la Organización Mundial de la Salud y por países vecinos y así evitar una pandemia sin control en el país, que venga a profundizar la crisis social, productiva e institucional que padece Nicaragua desde hace dos años  y que ha derivado en dos años continuos de contracción económica e incremento en las tasas de desempleo y pobreza, entre otros.

Entre las consecuencias económicas que se proyectan por el impacto global de la pandemia, así como en Estados Unidos, principal socio comercial de Nicaragua, están: Recesión local, caída de la actividad económica   productiva,   la   inversión    y el consumo; Recesión en principales mercados de exportación y caída en precios de commodities; Caída de ingresos fiscales y aumento del déficit  de  gastos  de emergencia; Presión sobre el sistema financiero por aumento de mora y deterioro de la cartera de créditos y mayor aumento de la informalidad de la economía.

Por otra parte, también se proyectan consecuencias sociales, entre éstas: Potencial enfermedad y muerte de muchos por negligencia oficial; Aumento de la  tasa de desempleo; Impacto duradero en progreso social del país; Caída de variables de necesidades básicas de la población como nutrición, mortalidad infantil y, finalmente, Peligro de colapso del contrato social.

Propuso algunas acciones para prevenir  una  mayor  profundización   de  la crisis, por efecto de la pandemia del coronavirus, y que adoptaron otros países que han enfrentado con éxito el COVID-19. Entre  éstas:  aislamiento  total,  medidas  de mitigación para los más pobres y vulnerables, monitoreo y trazabilidad de los contagiados y de sus contactos y medir el impacto que tendrá sobre la economía, la salud, educación, etc. para luego evaluar y sacar lecciones y aprendizajes.

Explicó que el aislamiento total significa que la gran mayoría de la  población vayan a sus casas a realizar teletrabajo, educación  en  línea  y  se   resguarde   a las personas más vulnerables. Por tanto, permanecerán en sus puestos de trabajo, aquellos colaboradores indispensables para producir bienes esenciales como alimentos, bebidas, productos de higiene, de salud, del sector financiero, etc., manteniendo nuevos protocolos y prácticas en sus centros de trabajo.

En cuanto a las medidas de mitigación para los más pobres, se pronunció a favor del fortalecimiento de los servicios sociales orientados a ese grupo vulnerable, así como por la distribución de alimentos. También con la gestión de los créditos comerciales y de vivienda, entre otros.

Con respecto a las acciones de trazabilidad de las personas contagiadas y de sus contactos, recordó que países como Corea del Sur organizaron una fuerza de tarea para localizar a las personas enfermas -incluso asintomáticas- y a quienes tuvieron contacto con ellas. “Esta es una práctica que hay que iniciar inmediatamente”, afirmó y recordó el caso de la paciente 31, de ese país, que contagió a unas 1.000 personas con quienes interactuó en casino, iglesia, el metro, etc. durante 14 días.

Recordó   que    nuestros    países    y  sus poblaciones son muy vulnerables, refiriéndose no solo a las personas de la tercera edad -mayores de 60 años- sino también a quienes padecen de diabetes, obesidad, problemas respiratorios, otras enfermedades crónicas y tabaquismo.

En  tono  jocoso,  Artavia  dijo  que  iba a  caricaturizar  lo  ocurrido  con  el  nuevo coronavirus   COVID-19.   Una   persona   -no identificada- comió un animal exótico en la provincia de Hubei, en la República de China Popular, y tres meses después, la economía

global está colapsada, el comercio mundial está suspendido, las grandes aerolíneas están aterrizando sus flotas y los barcos comerciales están en puerto, esperando nuevas órdenes.

Déficit en Progreso Social

“En fin, hemos visto un colapso impensado, precisamente por la interconectividad que existe y la fragilidad de la vida humana ante la naturaleza. Más allá de todo lo que podamos aprender de esta crisis, debemos escuchar a la naturaleza, no sólo con el cambio climático, sino con la necesidad de revisar nuestros modelos de desarrollo, oportunidad que ahora desafortunadamente por las malas, se nos presenta”, valoró.

Al respecto, trajo a colación que el istmo centroamericano  es  totalmente  vulnerable a los embates del Cambio Climático, según estudios de la NASA, la agencia aeroespacial estadounidense.

“Si los países y el mundo en general están en riesgo (con el Cambio Climático), Nicaragua, Costa Rica, El Salvador y Panamá en particular, van a ser afectados severamente por fenómenos hidrológicos, climatológicos, los fenómenos de El Niño y de la Niña, tormentas tropicales y huracanes. En fin, estamos completamente expuestos y de una forma muy curiosa”, apuntó, ya que a pesar de estar rodeados de agua, la NASA ha indicado que Guanacaste, el Occidente de Nicaragua, y una buena parte de El Salvador, tienden a  la  desertificación  en  el mediano plazo, sino se hace un manejo completamente diferente de sus tierras, de sus recursos forestales e hidrológicos. Tema, añadió, para una agenda futura.

Mencionó  que  al  impacto  global  de  la pandemia  -aún  imposible  de  precisar-  se agrega en el caso de Nicaragua los impactos de la crisis coyuntural, que empezó en abril de 2018 y que ahora cumple dos años. Artavia dijo  que  al  país  le  ha  costado  producción, productividad,  empleos,  pobreza,  pérdida de confianza, libertades individuales.

Recordó por otra parte que Nicaragua es uno de los cuatro países en el mundo, donde el  Índice  de  Progreso  Social  ha  disminuido entre 2014-2019. Al respecto, recordó que el IPS mide 12 dimensiones de progreso social en profundidad,  cayendo  el  país  en  Derechos Individuales,   en   Acceso   a   Educación   de Avanzada,   Inclusión   y   Seguridad   Pública, entre otros.

En el ranking del índice de Progreso Social 2019, Nicaragua se ubicó en la posición 103, de un total de 149 naciones y por encima de Guatemala (101), Honduras (98), El Salvador, Panamá (47) y Costa Rica (34).

Llama a incidir en las acciones gubernamentales de cara a la crisis sanitaria, sin abandonar la lucha por las libertades y la democracia.

“No se está formando a los profesionales ni a los técnicos necesarios para enfrentar la Cuarta Revolución Industrial. Nicaragua se ve con un rezago demasiado significativo en las dimensiones importantes del Progreso Social. Por tanto, además de la crisis sanitaria, debemos resolver una crisis económica, productiva, social e institucional”.

Además, enfatizó que Nicaragua no es una economía competitiva, prueba de ello es que el Foro Económica Mundial, en el Índice de Competitividad Global 2019, ubicó al país en la posición 109 -de un total de 141 naciones- lo que representó un descenso de cinco posiciones con respecto al ranking del año anterior, ya que se observan debilidades en el Marco institucional, en la capacidad de adaptar y adoptar nuevas tecnología informáticas, en la dinámica de sus negocios y, en la capacidad de innovación.

Finalmente,     indicó     que     Naciones Unidas han reportado que más de 600.000 nicaragüenses han emigrado en lo que va de este siglo, lo que representaría alrededor del 10% de la población total del país.